Beneficios Psicológicos de la Oración 1 de 3

Beneficios Psicológicos de la Oración 1 de 3

Por Psic. Aziza Di Bello 1 de 3

¿Sientes que alguna vez tienes dificultades en llevar a cabo correctamente tus oraciones? O quizá te has preguntado: ¿Para qué tengo que rezar si Allah no necesita de mis oraciones?

Diálogos reveladores

«¿Te imaginas cómo sería nuestra vida si tuviéramos que rezar cincuenta veces al día, Ismael?”, le pregunté a mi hijo, mientras compartíamos un tiempo juntos en familia en la cocina. Me intrigaba oír qué me diría.

«¡Ay, mamá! ¡Que no me quedaría nada de tiempo para jugar ni  disfrutar, estaría todo el día rezando!”, me contestó.

«Y, ¿entonces?, le pregunté. ¿Por qué crees que Allah querría eso para nosotros?»

«Porque querría ver si somos capaces de hacerlo (someternos)”.

¡»Ah!,… claro, ¡tienes razón!», le respondí a mi hijo asombrada por su respuesta, mientras seguíamos cocinando, y a la vez recordaba los apuntes de estudio que había repasado hacía unos días. Asocié  un punto que se relaciona con esto: ¿Por qué existe el mal?, se cuestionaba en mis apuntes. El mal existe para que nos diferenciemos los unos de los otros, ya que en el libre albedrío otorgado por Allah, está la clave para ser de los que escuchan, los que se someten, para ser de la gente de entendimiento. En este último sentido: lo que me estaba diciendo era algo similar a eso, que Allah querría probarnos, una vez más, a ver si éramos capaces de someternos a Él. Esto es algo en lo que varios sabios coinciden como posibles causas.

¿Rezar cincuenta veces diarias? ¡Es demasiado!

Hablar de la oración en el islam, nos lleva a lo que se ha conocido como «Al isra wal miraj»: «El viaje nocturno» de la mezquita sagrada (Makkah) a la mezquita lejana (Masjid Al Aqsa) en Jerusalén. Y cabe aclarar aquí que Masjid, es una palabra que en árabe significa «lugar de postración», independientemente de la existencia de una estructura  tal como conocemos las mezquitas ahora. Desde el punto de vista jurídico constituye todo lugar de la Tierra apto para que se realice la oración, a excepción de los cementerios, baños y espacios sucios.

Es en este viaje en el que el Profeta Muhammad viajó de Makkah a Al Aqsa y desde aquí, Allah lo elevó por los siete cielos. Es la primera y única vez en la que Allah se comunica directamente con él, y no a través del ángel Yibril (Gabriel). Es algo que desde ya nos hace pensar en la importancia de lo que iba a trasmitirle. Esto sucede en un período de la vida del profeta que es conocido como el año de la tristeza ya que tanto su esposa Khadiya como su tío Abu Talib fallecen; un período difícil para cualquiera que pierde a dos seres tan queridos.

Entonces, en este contexto, Allah le revela directamente la prescripción de la Oración, a realizar en un principio, ¡cincuenta veces por día!

Si analizamos un momento esta situación observamos que tenemos una importante información a tomar en cuenta: si rezar cinco veces ya puede resultar mucho, tanto para musulmanes como para no musulmanes, entonces rezar cincuenta veces es aún mucho más.

Ésta ya resulta una lección puesto que si así fuera, estaríamos todo el día rezando, lo que evidentemente nos hace pensar en el propósito de nuestra vida, y de nuestra existencia. Allah dice en el Qur’an, en el capítulo 51 los vientos, ayat 21: «No he creado a los yinnes y a los seres humanos sino para que me adoren». Este ayat evidencia el objetivo de la creación del ser humano y de los yinnes – ambas criaturas creadas con libre albedrío–, que es adorar y servir a Allah.

Es muy interesante analizar la frase misma «No…sino para…». Si uno reflexiona en esa expresión resulta más esclarecedor aún nuestro propósito. Es decir, que cuando elegimos el islam, luego de haberlo razonado y sentido, muchas veces aún nos cuesta entender que no fuimos creados para ciertas cosas (como crecer, vestir, disfrutar, casarnos, tener hijos, etc.) sino solo para una: adorar a Allah subhanahu wa taala. Lo demás, es secundario. Sí, eso dije: ¡secundario!

Retomando el viaje nocturno del profeta, en un principio Allah, el Altísimo, le indica que la oración debía realizarse cincuenta veces diarias. Cuando el profeta va a descender por los cielos se encuentra con Musa, – Paz y bendiciones sean con él-,  y le cuenta lo que Allah indicó; Musa que  conoce muy bien a su pueblo, le dice que no serán capaces de rezar cincuenta veces, que le pida a Allah de reducir la cantidad de oraciones diarias. Es así que va y vuelve varias veces sucesivas hasta llegar a reducir las oraciones hasta cinco veces al día. Aun así, Musa le dijo que no lograrían mantenerlas, pero ese fue el último acuerdo. Y no es que Musa o Muhammad -Paz y bendiciones sean con ellos-, aconsejaron a Allah porque este estaba equivocado, no, esto tiene un sentido que es justamente hacernos reflexionar sobre nuestro propósito.

Seguir esta línea de pensamiento sirve para entender un poco más las cosas como fueron dadas. A partir de aquí,  es que se debe mencionar que la oración es un pilar del islam (luego del testimonio de fe), y es lo que nos identifica por excelencia como musulmanes; los sahabas estaban de acuerdo en este punto: cualquiera que no rece, se encontrará fuera del islam. Aquí tenemos una evidencia de ello: El profeta – Paz y bendiciones sean con él-  dijo: “El pacto entre nosotros es la oración. Pues, a quien la abandonara, se consideraría incrédulo”. Lo relató At Tirmidí en un Hadith Hasan Sahih. Y otra evidencia: “Ciertamente, entre el hombre y la incredulidad (kufur) está el abandono de la oración” (Muslim).

 

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