Reflexiones 2.-La teoría de la profecía autocumplida (Parte 1).

Bismi Allahi alrrahmani alrraheemi.

Todas las alabanzas pertenecen a Allah, lo glorificamos y nos encomendamos en Él. Nos refugiamos en Allah del mal que hay en nuestro ego y del que puedan generar nuestras malas acciones. A Quien Allah guía, nadie lo podrá desviar, pero a quien Él desvíe, nadie lo podrá guiar. Atestiguo que no hay otra divinidad excepto Allah, Único, sin asociados y atestiguo que Mujámmad es Su siervo y Mensajero. Oh Allah Bendice a Mujámmad, su familia, sus compañeros y todos los que sigan su guía hasta el Día del Juicio Final.
Esta sección se enfoca en compartir reflexiones que en nuestro día a día podemos tener como musulmanes. Algunas son propias, otras de hermanos y hermanas que insha Allah, intentamos vivir día a día en el recuerdo y en la observancia de los signos de Allah. Dice Allah en el sagrado Corán: “Él es Quien ha creado las estrellas para que puedan guiarse por ellas en la oscuridad de la tierra y del mar. Dios ha evidenciado los signos para quienes reflexionan”. (Corán Sura 6, aleya 97). Todo ello con la esperanza de acercarnos día a día a su complacencia: “Este es el sendero recto de tu Señor. He hecho claro el mensaje para quienes reflexionan” (Sura 6, aleya 126).

Reflexiones 2.-La teoría de la profecía autocumplida (Parte 1).

Esta teoría propuesta por Robert Merton tiene como premisa una afirmación del sociólogo norteamericano W. I. Thomas, el cual dice: “Si los individuos definen las situaciones como reales, son reales en sus consecuencias”. Para aclarar la afirmación, Merton señala que la primera parte de este es un recordatorio de que las personas responden principalmente a la creencia que tienen de una situación y no tanto a los “datos objetivos”, de allí que las conductas estarán determinadas, en su mayoría, por la “expectativa” que se le dé a tales situaciones (1).
Un ejemplo de lo descrito anteriormente es el experimento, realizado en California en los años sesenta por Rosenthal y Jacobson, el cual consistió en que los investigadores le dijeron a unos docentes que los resultados arrojados por un test realizado a sus los alumnos de primero a sexto año de formación escolar señalaba que algunos estudiantes, posiblemente, estaban próximos a tener un crecimiento intelectual mayor que los demás alumnos. Sin embargo, lo que los investigadores realmente hicieron fue seleccionar alumnos al azar, esto con el propósito de averiguar si las “expectativas” que los docentes tenían sobre sus alumnos ejercían alguna influencia en estos últimos. Algunos meses después, al volver a evaluar a los estudiantes, los resultados arrojaron un notable aumento de rendimiento en un alto porcentaje de aquellos alumnos de quienes se esperaba un crecimiento intelectual determinado, especialmente en los alumnos de primero y segundo año, en comparación a los otros estudiantes. Rosenthal y Jacobson concluyeron entonces que las expectativas de crecimiento intelectual y la conducta que los docentes tuvieron con aquellos alumnos de quienes se dijo que tendrían tal crecimiento, fue la variable decisiva para que dicha expectativa se cumpliera. Lo que, llevado a un plano más general, daría cuenta de que las “expectativas” que se tienen sobre las personas cumplen un papel fundamental en la conducta de las mismas (1).
Como musulmana me he encontrado con situaciones que me han hecho reflexionar respecto a cómo podemos influir en las conductas que tienen algunas personas con nosotros. Recuerdo en particular dos situaciones, una de ellas cuando tenía poco tiempo de haber abrazado el Islam, para ese entonces aun no cubría mi cabello con el velo, sin embargo mi forma de vestir era recatada y había dejado de depilarme las cejas. Este cambio en mi apariencia fue dándose de forma gradual, mientras más estudiaba, e insha Allah comprendía sobre nuestra religión, más nacía en mí el interés por practicar los preceptos de nuestra religión. Aun cuando me encontraba en un contexto de mayoría no musulmana y para aquel entonces solo tenía conocimiento de que éramos dos musulmanas en el estado en que residía. Continuando con las historia, me encontraba buscando trabajo y me preguntaba, si podría encontrar un lugar en el que me dejaran vestir el hiyab cuando me decidiera a usarlo, si me darían tiempo o espacio para hacer los salats y sí cuando encontrará empleo, no me lo quitarían al hacer público que soy musulmana (en ese tiempo, solo mis familiares más cercanos sabían que había abrazado el Islam). Mande el CV (curriculum vitae u hoja de vida) a varias empresas, recibí algunas llamadas para asistir a entrevistas. En una de esas citas de entrevista la cual en su inicio transcurrió girando en relación a mi formación académica y experiencia laboral, surgió de pronto una pregunta que le daría un giro a la misma ¿Cuál es tu religión? Preguntó el entrevistador, infiero que realizó dicha pregunta debido a mi forma de vestir, la cual era más parecida a la de algunos grupos cristianos sobre los cuales también se tienen prejuicios. Al escuchar aquella pregunta, me puse nerviosa, pensaba en la cantidad de propaganda negativa que hay respecto al Islam y los musulmanes, pensaba en cómo hacer entender a la gente que el Islam no tiene nada que ver con actos terroristas, ni mujeres reprimidas, cómo compartir en tan poco tiempo información real sobre nuestra religión. Para entonces el entrevistador noto mi reacción, primero de extrañeza ante la pregunta y después de nerviosismo por no saber cómo contestar sin que me juzgara por lo que dicen falsamente sobre nosotros (musulmanes).
Soy musulmana, respondí. Vi en su rostro un gesto de extrañeza, supongo que esperaba que le dijera que fuera de cierto grupo cristiano (por la ropa y las cejas). No suelo decirlo porque se tienen muchos prejuicios sobre los musulmanes, agregué. El entrevistador trato de recobrar su postura y continúo con la entrevista, me preguntó sobre sí necesitábamos días especiales para faltar o algunos otros requisitos, al final me dijo, yo no tengo ningún problema con las otras religiones mientras todos busquemos el bien común ¿verdad? El tono con que finalizó su comentario me molesto tanto, pues fue un ¿verdad? Buscando una respuesta real respecto a sí buscábamos el bien común o no. Claro, le respondí fría y firmemente, intentando expresarle lo molesto que había sido que pusiera en duda que buscamos el bien común. Finalmente cambió el tema y después de unos minutos, la entrevista termino.
Al salir de allí me sentía molesta y algo triste porque pensaba que con este tipo de actitudes me encontraría cuando hiciera público mi Islam (usando el hiyab). Pensaba en qué podría hacer para que, el encontrar trabajo no fuera algo difícil con todos los prejuicios que se tiene sobre nuestra religión. Recordé entonces en cómo el profeta (sws), había vivido y que antes de la revelación el profeta (sws), era ya un hombre respetado, tanto que fue llamada Al-Amin o el digno de confianza. Por lo que cuando llegó la revelación, resultaba tan difícil desacreditarlo. Continuará…

(1) Vargas Castro, David Andrés. “Profecía autocumplida o los dos tiempos de la verdad”. Desde el Jardín de Freud 16 (2016): 63-75, doi: 10.15446/dfj.n16. 58154.

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